La Nota


Dejó la nota al pie de la puerta. Era una letra con algunas imperfecciones. No era de una mujer, sino de un hombre derecho. En el temblor de los trazos se notaba que aquel pobre músico no quería dejar ir sus instrumentos.
Lo había traído hasta esta decisión la crisis o quizás tendría a su madre enferma o quien sabe si su padre había muerto de alguna enfermedad costosa.

Tal vez, sólo tal vez, habría decidido irse de un país que rechazaba sus mejores artistas. Así le conoceríamos a través de alguna figura famosa, inferior a él, a quien le hace letras y le arregla discos.

Entonces volvería, a recibir honores de ministros sordos y ciegos que sólo ven y escuchan desde otro país,desde lo que le ordenan sus agentes de "una cultura superior". Para él,que ya no le interesan esas ridiculeces de "embajador del arte nacional", será un insulto pero lo recibirá, cabizbajo, por no escuchar lo que diga una prensa pagada que genera ideas inservibles. Ahora le aceptarán entrar al teatro en jeans y franela porque es "nuestro gran artista".

Pero hoy,volviendo a la nota,sería buen objeto de estudió para algún psicoanalista, ya que los borrones, la ausencia de acentos y las ondulaciones en lo trazos, denotan desesperación,una prisa temblorosa que le afecta en las letras.

Todos sabemos que su saxo no tiene precio, que entre ellos hay una historia de amor que los ha unido para siempre, pero él debe elegir entre salvar a su madre enferma o los instrumentos o entre estos y la gran deuda que generó la enfermedad y posterior muerte del padre o entre ellos o el inminente exilio al que lo empuja s su causa artística.

Si esta última es la causa de la venta, vendrá un día, en que, desesperado por no hallar comprador, alojará en un rincón  al saxofón que esperará como todo gran amante, los dos afinadores que esperaran por sus dedos y el stand de saxo alto que un día volverá a soportar las notas que serán tocadas en algún concierto de beneficencia.

Escrito por  Ernesto Vantroy

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